Poemas para la vida

JARDÍN DE TUS ADENTROS

Deja la angustia del mañana

perderse por las aguas del olvido.

Si el pecho ha sido cabaña de temores

límpialo entero,

sin dejar ni rastro.

Que sea el remanso

jardín de tus adentros,

paseo de dulces bosques sosegados;

en las ramas más altas

de tus robles

pájaros suenen

con sus tenues flautas.

Blandas las formas

y tranquilo el sueño,

lo por venir

sin arcos tensos

ni agitadas lluvias

no ha de llenar el miedo

sus gigantes odres.

Sea tu fondo un camino

de paciencia serena.

(Juan José Ceba)

CREEMOS EL HOMBRE NUEVO

Creemos el hombre nuevo cantando,

el hombre nuevo de España cantando,

el hombre nuevo del mundo cantando.

Canto esta noche de estrellas

en que estoy solo y desterrado.

Pero en la tierra no hay nadie

que esté solo si está cantando.

Al árbol lo acompañan las hojas

y si está seco ya noe sárbol;

al pájaro, el viento, las nubes,

y si está mucho ya no es pájaro.

Al mar lo acompañan las olas

y su canto alegra los barcos,

al fuego, las llamas, las chispas

y hasta las sombras cuando es alto.

Nada hay solitario en la tierra

creemos el hombre nuevo cantando

(Rafael Alberti)

EL HOMBRE CREA UN ÁRBOL

El hombre crea un árbol.

Surge de su palabra.

El verbo entrado en tierra,

la voz bien enraizada.

Del fondo más oscuro

borota su forma clara.

El hombre inventa un árbol

de infinitas mañnas.

Dice el nombre y de pronto

todo se llena de ojos.

Los pájaros que sueña

despiertan en sus ramas.

El hombre crea un árbol.

Surge de su palabra.

(Juan José Ceba)

«La vida en juego» Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida. Donde tengo el amor, toco la herida. Donde pongo la fe, me pongo en juego. Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida. Perdida la de ayer, la de hoy perdida, no me doy por vencido, y sigo, y juego lo que me queda: un resto de esperanza. Al siempre va. Mantengo mi postura. Si sale nunca, la esperanza es muerte. Si sale amor, la primavera avanza. (Ángel González)

  «CUANDO UN ÁRBOL SE SUICIDA» Cuando un árbol gigante se suicida, harto de estar ya seco y no dar pájaros, sin esperar al hombre que le tale, sin esperar al viento, lanza su última música sin hojas —sinfónica explosión donde hubo nidos—, crujen todos sus huecos de madera, caen dos gotas de savia todavía cuando estalla su tallo por el aire, ruedan sus toneladas por el monte, lloran los lobos y los ciervos tiemblan, van a su encuentro las ardillas todas, presintiendo que es algo de belleza que muere. (GLORIA FUERTES)

«EN PAZ» Artifex vitae artifex sui Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje la miel o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas. Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas… Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! (AMADO NERVO)