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Las entidades andaluzas de adicciones demandan más prevención y una política de drogas más respetuosa con los derechos humanos

26 de junio: Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas

Las entidades andaluzas de adicciones demandamos más prevención y una política de drogas más respetuosa con los derechos humanos

Con motivo del 26 de junio, Día Internacional de la lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, la Federación Andaluza ENLACE y sus 90 entidades federadas, entre las que se encuentra la Asociación NOESSO (No Estás Solo), han puesto en marcha una campaña para sensibilizar a la ciudadanía acerca de un consumo responsable de drogas, juego, internet, etc., así como de la necesidad de plantear alternativas a la actual política de drogas, para apostar más por la prevención y la reducción de daños que por la criminalización.   

Las entidades de adicciones federadas en ENLACE consideran que es necesario apostar más por programas de prevención selectiva de drogodependencias y otras conductas adictivas sin sustancia, ya que la intervención en edades tempranas con los colectivos más vulnerables ofrece mejores resultados a la hora de prevenir consumos problemáticos de drogas y otras adicciones (juegos online y presenciales, nuevas tecnologías, etc.). Entre otras medidas, demandan mayor inversión y continuidad en los programas de prevención y reducción de daños, más coordinación y trabajo integral de los recursos o una regulación más estricta para el acceso y la publicidad de las sustancias y espacios de juego (online y presenciales).

Según estas entidades, todas las medidas y programas de prevención y reducción de daños que se pongan en marcha deben contemplar la perspectiva de género para ser realmente eficaces, ya que los roles y mandatos de género juegan un papel importante en los inicios al consumo, en los modos y frecuencias, en la percepción social de los consumos abusivos, etc.

Asimismo, ENLACE y sus entidades abogan por una política de drogas menos criminalizadora con las personas consumidoras, ya que la actual ha mostrado ser ineficiente a la hora de reducir los problemas de adicciones y los relacionados directa o indirectamente con ellos (enfermedades, muertes, encarcelaciones, marginación, etc.). En palabras de Juan Sánchez, Director de NOESSO, “además de los delitos contemplados en el Código Penal, que provocan que casi un 60% de las personas presas se encuentren en prisión por delitos menores relacionados con su adicción a las drogas, la actual Ley de Seguridad Ciudadana, popularmente conocida como Ley Mordaza, establece que las personas consumidoras pueden recibir sanciones administrativas por consumo y tenencia en vía pública a partir de 601 €; y, en el caso de mayores de 18 años, sin posibilidad de suspensión cuando la persona se somete a tratamiento de deshabituación. Ya es hora de probar otras alternativas, como están haciendo en Uruguay, Canadá o Estados Unidos con el cannabis, para aumentar la regulación y el control y evitar que el mercado esté en manos del narcotráfico. En estos países, lejos de producirse un aumento de los consumos problemáticos, se está reduciendo el índice de criminalidad y se están obteniendo resultados positivos a nivel sanitario, social y económico”.

“El voluntariado que hice en NOESSO me marcó para bien a nivel humano, soy una persona más tolerante”, la ingeniera y profesora Carmen Gallego nos cuenta su experiencia

Carmen Gallego es Ingeniera Industrial y Profesora en Ciclos Formativos, pero como nos cuenta, una de las experiencias que más le ha marcado en su vida fue trasladarse en verano a Almería, a hacer un voluntariado en NOESSO con una amiga suya. Eran sus tiempos de estudiante y descubrió el estigma y el tabú que había sobre las drogas y descubrió que “a cualquiera le podía pasar”. Descubrió que detrás de un caso de adicciones había una persona, le perdió el miedo y se dio cuenta que era una problemática que incluso le podría suceder a ella en Pontevedra. En su experiencia de voluntaria estuvo acompañando a jóvenes con problemas de adicciones en pisos de reinserción. Carmen siempre ha estado vinculada a la educación desde estos voluntariados, que realiza hace más de 25 años con  jóvenes, y distintos grupos en exclusión.  De hecho, Carmen sigue estudiando pedagogía para tener más recursos en el aula con las alumnas y alumnos. Hizo una visita a NOESSO solo para dar las gracias porque la experiencia de voluntariado que había vivido “le había cambiado la vida”.

¿Hace cuanto tiempo fuiste voluntaria en Noesso?

Hace unos 25 años, pero esa experiencia me marco y todavía me acuerdo muchísimo y me siento parte del proyecto.

¿Cómo fue esa experiencia de voluntariado para volver tras tanto tiempo y desde la otra punta del país?

Yo soy de Pontevedra, era exalumna del Colegio de las Doroteas. A varias amigas nos propusieron en el colegio hacer un campo de trabajo con personas con adicciones. Nos fuimos allí a Almería, una amiga y yo, unos 15 días. Allí nos fuimos turnando las funciones y en los espacios en los que trabajábamos. A veces estábamos en Roquetas de Mar en los pisos de  reinserción en el paso previo a que salieran a la calle a buscar trabajo y a veces íbamos al Cortijo de Laujar.

¿Cómo era el día a día acompañando a personas?

Me acuerdo más de la gente de los pisos, estábamos con ellos en todo momento. Si había que recoger la oliva, estar en el piso, hacer un plan de ocio como ir a la piscina. Nosotras veíamos su realidad y ellos tenían que ver una realidad de gente joven, gente feliz, que eran felices sin drogarse.  Veían que había gente que iba en vacaciones a estar con ellos y eso les sorprendía mucho. Descubrí muchos tabús con el tema de las drogas. Le perdí los miedos y me sensibilicé para toda la vida. Desde entonces miras a la sociedad de otra manera y descubres que también te podría pasar a ti.

¿Qué aprendiste sobre el tema de las adicciones?

Me aportaron que el tema de las drogas le puede pasar a cualquiera. Que detrás siempre hay una persona, y que mañana me pasa a mí. Esa persona, con esos problemas, te enseña a valorar lo que tienes. Valoras más las cosas y  la vida en general. Para mí, esta experiencia  me ha cambiado la vida. Cuando conoces los casos se cae el estigma. Se cae el miedo a lo desconocido. La realidad de Almería no tenía nada que ver. En aquel entonces había gente joven que tenía mucho dinero y venía de familias de mucho dinero que le habían dado todo, si se rompía el coche, tenía otro en la puerta, pero los padres no estaban, estaban trabajando.  Había muchos chavales que estaban solos, porque los padres trabajaban mucho. Las familias les habían dado la espalda, por diferentes motivos como robarles o montarles escenas en la calle.

¿Qué pasó tras el voluntariado en Almería?

Siempre he estado dedicada a los demás, ahora soy profesora, así que después seguí vinculada a estas cosas, y acompañaba a personas toxicómanas en Pontevedra, me paseaba con ellos por la ciudad y la gente se quedaba sorprendida. Yo no tenía miedos. También estuve en Sevilla con tema de acompañamiento en prostitución, acompañaba a mujeres con problemas. La diferencia con NOESSO era que allí convivías con ello. Entonces se volvía todo más intenso. Estabas allí todo el día. En la comida se hablaba con ellos, en la piscina te ibas con ellos.

¿Cómo te marcó esta experiencia?

Me marcó muchísimo, nos marcó tanto a mí como a mi amiga, porque ella dice lo mismo.  Nos marcó a nivel humano. Fue una experiencia de las que te marcan para bien en la vida. Te hacen más tolerante, ya que ves que detrás de cada persona hay alguien como tú. Se lo dije a mi amiga, y dijo que si ella hubiera estado cerca hubiera pasado a saludar y a agradecer la experiencia también. Da igual que pasen 20 años, siento que soy parte del proyecto. Lo llevaban de una manera muy intensa. Además, te obligan a llevarlo íntegramente, los educadores también se implicaban mucho. Dejas algo de tu corazón allí.  El único objetivo de pasarme por allí era reconocer el trabajo que hacen.

¿Recomendarías a la gente joven hacer un voluntariado?

Sí, se lo recomendaría a la gente joven. Cuando te tocan el corazón, te tocan humanamente  te cambia la vida, tanto de los voluntarios como de las personas que tienen adicciones.

¿Quieres destacar alguna anécdota?

Recuerdo las preguntas que nos hacían y las cosas que nos contaban: ¿Qué hacéis aquí? ¿Te han castigado tus padres?, ¿sabes que todo se puede fumar? Ellos no entendían que estar con allí acompañándoles en la Sierra de Almería no fuera un castigo y que lo hiciéramos voluntariamente.  Eran personas rechazados por sus familias y nosotras queríamos compartir su tiempo. Nosotras éramos el testimonio de una vida joven y completa sin drogas.  pero no podías mantener relación ni dar el teléfono, porque estaban en el programa.

La verdad, que no me sorprendió y me sentí feliz cuando descubrí que NOESSO había crecido y tenía un montón de programas.

Muchas gracias Carmen.

26 DE JUNIO: DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA EL USO INDEBIDO Y EL TRÁFICO ILÍCITO DE DROGAS

La mayoría de las personas que la padecen acuden a los recursos de adicciones y de salud mental, rebotando de unos a otros, sin recibir la atención integral específica que requieren y sin que haya un sistema de coordinación eficaz entre ambos dispositivos.

En Andalucía son más de 9.000 hombres y 1.700 mujeres (un 50% de las personas atendidas en los Centros de Tratamiento Ambulatorio del Sistema Andaluz de Información en Drogodependencias).

Las personas que no pueden estar con sus familias subsisten en muchos casos en la calle, incrementando esto todavía más su vulnerabilidad y desprotección.

Las asociaciones de drogodependencias hacemos una importante labor de acompañamiento y nos convertimos en espacios de estabilización y de intermediación con otros recursos, no sólo para estas personas, sino también para sus familias.

Por todo esto, las entidades de ENLACE reclamamos:

1. El cumplimiento del protocolo de coordinación entre los dispositivos de adicciones y de salud mental.

2. Garantizar la continuidad en el tratamiento, con equipos especializados.

3. Crear recursos ambulatorios que favorezcan la normalización y la autonomía.

4. La adaptación de las comunidades terapéuticas y otros recursos residenciales.

5. Potenciar la coordinación con las entidades sociales.

6. Mejorar la formación de los y las profesionales.

7. Abrir un debate riguroso sobre esta temática a nivel social.

NOESSO participó en las charlas sobre prevención sanitaria de la Asociación de Mujeres de Almerimar

La ponencia se dio el pasado día 2 de junio, bajo el título de «Síntomas y diagnóstico de la drogadicción juvenil», impartida por Miguel Martín, psicólogo de la Asociación NOESSO, y contó con una amplia presencia de público, resultando un coloquio muy ameno para los participantes. Además de Miguel Martín, en estas jornadas han participado como ponentes Humberto Kessel Sardiñas, especialista en Geriatría, y Marcos Z. Martín, Especialista en Análisis Clínicos.

Las drogodependencias ya no interesan

Muchos representantes de sectores básicos del Estado de bienestar están tratando de explicar por qué es tan peligroso recortar los servicios sociales, la sanidad y la educación. Yo también lo voy a intentar aprovechando que el sistema de atención a las drogodependencias tiene que ver con los tres anteriores. Las drogodependencias son un problema social, de salud y su prevención es básicamente una tarea educativa. Quisiera hacerlo de manera sencilla, sin caer en el melodrama, ni en la guerra de cifras.
Lo primero que conviene decir, para quien tenga la fortuna de no necesitar saberlo, es que nuestro sistema de atención a las drogodependencias es un buen sistema. Es muy profesional, está bien distribuido a lo largo el territorio nacional, en él confluyen especialidades sanitarias y psicosociales (tiene un enfoque biopsicosocial quizá como ningún otro servicio de nuestro país) y presta una atención de calidad a los pacientes y a sus familias. Siendo de responsabilidad pública, ha sido capaz de crear un sistema mixto en el que conviven recursos que gestiona directamente la administración con otros que gestiona la iniciativa privada, fundamentalmente ONG. Algo muy importante es que la gente que necesita ayuda y sus familias se sienten bien acogidas y atendidas. Las encuestas de satisfacción de los usuarios así lo atestiguan, pero también pueden preguntar a cualquiera que lo haya necesitado.
Lo segundo tiene que ver con su origen y probablemente con su futuro. El sistema público de atención a las drogodependencias y adicciones es relativamente nuevo en nuestro país. Se organizó a raíz de la enorme repercusión social que tuvo la epidemia de heroína de finales de los setenta y primeros ochenta. El Plan Nacional sobre Drogas se aprobó en 1985 y contó con el acuerdo explícito de todos los partidos políticos representados en la Cámara. De esta época es importante destacar la eficacia del consenso, pero también la relación entre “alarma social” y apuesta política.
Una vez en marcha no se especializó sólo en heroinómanos, que en su mayoría eran politoxicómanos, sino también en las otras dependencias: de la cocaína, del alcohol, del cannabis, etcétera; y más recientemente, en todo tipo de adicciones comportamentales: juego patológico, compras compulsivas, videojuegos, sexo, etc. También contribuyó eficazmente a detener la epidemia de sida de nuestro país.
Los profesionales que trabajamos en sus servicios hemos aprendido mucho en estos años sobre los mecanismos que nos someten a la dependencia, sea cual sea su causa, con sustancias o sin ellas, y sobre las estrategias que nos ayudan a emanciparnos, a ser personas más libres y autónomas. Un capital de conocimientos muy necesario, creo yo, para la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Aunque no seamos toxicómanos todos padecemos alguna dependencia y conocemos el precio que pagamos por ellas.
El origen de este plan debería hacernos reflexionar sobre su futuro. Nació frente a una crisis social y de salud. Ahora que la percepción social del problema ha disminuido, en parte, porque la respuesta ofrecida ha sido adecuada, parece que los políticos están menos interesados en mantenerla. Cuando el problema se situaba entre las tres primeras preocupaciones de los ciudadanos según las encuestas del CIS de la época, junto al paro y al terrorismo, los poderes públicos acudieron prestos a afrontarlo, ahora que la percepción del riesgo ha disminuido ¿qué harán? Un problema de esta índole no se mide por la alarma puntual que desencadena, sino por sus costes sociales, familiares, de salud y por el sufrimiento que provoca. También por sus costes económicos, que son muchos. Si queremos ser un país serio no podemos correr de un lado a otro apagando fuegos más o menos mediáticos. Incluso desde la lógica de la austeridad más estricta debemos conservar aquello que es valioso de lo que hemos construido.
Desgraciadamente los recortes hace tiempo que han empezado, tanto en el sector estrictamente público, como en programas dependientes de ONG con tanta implantación como Cruz Roja, Proyecto Hombre, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) o la Fundación Atenea y de otras muchas que actúan a nivel autonómico o local. Lo que no sabemos es hasta donde van a llegar. Y no podemos saberlo porque no lo dicen, porque no se hacen públicos los planes. Lo único que se conoce son las magnitudes de los recortes que emanan de los consejos de gobierno y parecen realizarse a tanto alzado: ¡Recorten un 20%, un 30%, o, mejor, un 50%!, sin más criterios que los puramente económicos, sin distinguir entre lo necesario, lo superfluo y lo imprescindible, sin preguntar y sin dar explicaciones. Realizados de esa manera pueden producir un colapso del sistema sin necesidad de desmantelarlo.
En cualquier caso, se echan en falta transparencia y capacidad de diálogo con los profesionales del sector y con los ciudadanos involucrados. ¿Es que hemos dejado de ser interlocutores válidos? Esta manera de hacer las cosas no solo recorta derechos y servicios, sino que deteriora las prácticas democráticas de dialogo y consenso que tanto trabajo nos ha costado adquirir en este país.
Llegados a este extremo de equilibrio desigual entre los que deciden y los que tienen que ejecutar o acatar esas decisiones, recordamos otro aspecto relacionado con los orígenes del sistema. En los años 80, las asociaciones de afectados, constituidas fundamentalmente por madres, prácticamente habían declarado la guerra a los poderes públicos, exigiendo, en la calle, una respuesta ante las consecuencias de la droga. El movimiento de “lucha contra la droga” fue el último gran movimiento ciudadano de esas características que se recuerda en nuestro país.
En su momento, se pudo encauzar de manera sensata y colaboradora, poniendo de acuerdo a políticos, ciudadanos y técnicos. ¿Qué haremos ahora?
Alfonso Ramírez de Arellano es vicepresidente de la Fundación Atenea.
(PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAÍS, EL 28 ENE 2013)