El voluntariado nos hace mejores personas
Carmen, una valenciana que llegó al Ejido atraída por el crecimiento y contradicciones de esta tierra de migraciones con un equipaje fundamental: su confianza en que la formación hace más libres a las personas y que el trabajo colaborativo es una herramienta cargada de futuro.
NOESSO no sería lo que es sin personas como Carmen Hernández. Estamos ante una mujer psicóloga y trabajadora social, cofundadora y voluntaria de NOESSO. Forma parte de esa clase de personas vinculadas a la iglesia de base que un buen día, animada por los nuevos aires que trajo el Concilio Vaticano II, dieron el paso de salir de la comodidad de los muros eclesiales para meterse de lleno en los barrios, y ponerse al servicio de las personas más humildes. En 1980 junto a dos compañeras más llegó al Ejido, una población emigrada de las Alpujarras Granadinas, refugio de todo tipo de personas procedentes de zonas deprimidas de Andalucía. En sus primeros años supo lo que era trabajar bajo plástico, como una obrera más. Después de su jornada laboral se ocupaba de abrir las puertas de una escuela de adultos, cuando no existían aún los dispositivos públicos. Desde allí, apoyaba a jóvenes agricultores animándoles a retomar sus estudios y abrirse críticamente al modo de vida imperante, que tantas alienaciones traía consigo, implicando a todos/as en la tarea de crecer como personas, al tiempo que humanizar colectivamente la tierra que habitamos.
Carmen cree tanto en la acción colectiva y colaborativa que contribuyó a poner en marcha entidades de diferente tipo, como Cáritas y de Cruz Roja en El Ejido, la Asociación PRO-SALUD para atención a personas con problemas de alcohol, colaboró igualmente en la puesta en marcha de la Asociación «Almería Acoge» para el trabajo con inmigrantes y refugiados, y se implicó igualmente en la creación de NOESSO, entidad en la que ha militado desde entonces, y donde ha ocupado los cargos de presidencia, vicepresidencia y secretaría, además de mantener su compromiso voluntario en diferentes tareas.
Profesionalmente ha desarrollado su carrera en el Servicio Andaluz de Salud, como Trabajadora Social primero en el Centro de Salud en Vícar y posteriormente en el Equipo de Salud Mental de El Ejido. Carmen es una trabajadora incansable, de convicciones firmes y de lealtad y paciencia infinitas. Desde su jubilación en 2011 lleva desarrollando su tarea voluntaria, a la altura de cualquiera de los profesionales, cumpliendo con su jornada voluntaria completa, haciendo tareas propias de información acogida y acompañamiento a personas con adicciones. Es motivo de risas por sus incontables despistes y olvidos, eso sí, en cosas que ella estima secundarias, pero atenta y comprometida, como pocas, ante lo verdaderamente importante: el cuidado de las personas. ¿Cómo no vamos a dar las gracias a Carmen un día como hoy, 5 de diciembre, Día Internacional del Voluntariado?
Hablamos con ella
¿Cómo se trabaja el voluntariado en NOESSO?
Desde la profesionalidad y el corazón. Que no haya una vinculación económica no nos exime a las personas voluntarias de actuar con profesionalidad. La persona voluntaria debe hacer solo aquello para lo que está preparada. La gratuidad de nuestra intervención no es una carta blanca para intervenir de manera irresponsable.
Pero podríamos decir lo mismo de las personas que actúan en el marco de un contrato de trabajo. El profesional no es alguien que pueda estar en una ONG sin vocación e implicación. Las personas, todas las personas, pero especialmente las que están más deterioradas, se merecen no sólo profesionalidad sino también calidez. La calidad forma parte de esa profesionalidad.
¿Qué te enseña el voluntariado?
Hacer voluntariado te enseña mucho. Es una experiencia muy positiva, te vuelves una persona más comprensiva, más abierta, te enseña a no cerrarte y a tener una buena amplitud de miras.
Vivimos en una sociedad muy mercantilizada, todo parece tener un precio, también el trabajo. Yo como trabajadora nunca me he resignado a ponerle precio a mi trabajo, o a trabajar en función del salario. Poder regalar tu tiempo y todo lo que tú sabes es una forma de devolver lo que has recibido y aprendido durante toda la vida.
¿Qué es lo que más te gusta de ser voluntaria?
Me gusta todo, aunque lo que más me gusta es atender y ayudar a las personas. Me gusta motivarlas, el que sepan que si quieren pueden. Guiarlas y ayudarlas a que vean caminos por los que poder andar.
El voluntariado rompe el perverso e interesado «duo des», o lo que es lo mismo, te doy para que me des. Dar y recibir gratuitamente es lo que más nos humaniza. La cooperación desinteresada yo estoy segura que es la fuerza que mueve el mundo.
¿Hay alguien que hayas acompañado al que recuerdes?, ¿alguna anécdota?
Resulta difícil escoger a una persona. Me acuerdo de todo el mundo, pero hay casos que te tocan mucho más de lleno. Ahora así de pronto recuerdo a una persona que estuvo mucho tiempo en prisión. Había tenido una infancia muy difícil. Paso por todo lo que podamos imaginar, el ser humano se ve sometido a situaciones tan extremas que es capaz de llegar a todo. Ver a esta persona ahora en su trabajo, compartiendo la vida con su familia, formando parte de la sociedad… Historias así son las que nos animan a seguir y a recuperarnos cuando los resultados no son los que esperamos.
¿Cómo describirías el trabajo en NOESSO?
Yo pienso que para mí esta es mi casa. He visto poner desde el primer ladrillo, estaba cuando llegaron las primeras personas que recibimos, hemos sufrido momentos de gran dificultad, momentos en que pensamos que teníamos que cerrar por falta de medios,… Forma parte de mi vida. NOESSO es quizá la tarea a la que más energía y tiempo le he dedicado.
Pero tú me preguntabas por que trabajo en NOESSO. Yo que he trabajado en empresas puras y duras, en la administración, y que he formado parte de estructuras muy diferentes, te puedo decir que esta entidad es un lugar en el que los profesionales y voluntarios gozan de gran libertad. Aquí no funciona el ordeno y mando aunque hay que respetar las normas que nos hemos dado entre todas. Veo esta Asociación como un espacio colaborativo donde cada persona puede aportar lo mejor de sí misma. Para mí es un lujo formar parte de un equipo de profesionales y voluntarios como el que tenemos. Bueno, no todo es de color de rosa, donde hay tantas personas, a veces hay situaciones complicadas que hay que afrontar y reconducir, pero eso es propio de todo grupo humano.
¿Cuántas personas has atendido en el último año?
Este año llevo ya más de 200 personas. Soy la psicóloga responsable de la acogida. Aunque mi tarea se centra sobre todo en el trabajo social, mi formación psicológica me facilita el trabajo de motivar, que es fundamental.
Ya sabes que esta casa ha crecido muchísimo. Ya somos más de 50 profesionales y treinta y tantos voluntarios/as, y atendemos a casi dos mil personas a lo largo del año.
¿Qué obstáculos encuentras?
La falta de infraestructura para enfermos mentales es una de las cosas por las que tenemos que luchar y pedir más recursos. Son de los colectivos que más apoyo necesitan y la red de recursos se queda muy corta. Hay muchos casos de personas que tienen de base un problema de salud mental que además han desarrollado adicciones en su lucha por lograr el equilibrio que no encuentran, y resulta muy difícil romper el cerco de problemas que los tienen atrapados. En otras ocasiones lo que nos encontramos es personas que como consecuencia del abuso de drogas ha derivado en problemas de salud mental. Cuando se suman patologías se hace muy complejo intervenir con éxito. Pero bueno, NOESSO ha de estar para acompañar con todos los recursos de que dispone al lado de las personas más débiles. Esa es nuestra vocación, o nuestra misión como se dice ahora.
¿Cómo has visto la evolución en la Atención a las Adicciones en estos 30 años?
Cada vez llega gente más desestructurada. Cuando comenzamos en los años 80 nos llegaban personas muy jóvenes con problemas de adicciones. Ahora son personas de más de 40 años con problemas psíquicos y físicos. Empezamos con gente de 30 años para abajo y ahora vienen con 40 años para arriba, te puedes hacer el grado de degradación de personas tan mayores, que pueden llevar consumiendo desde los 16 o los 18 años, y que además en muchos casos nos encontramos con problemas mentales. Lo peor de este momento es la llegada de personas multipatológicas, donde las causas de exclusión se suman.
Otra de las cosas que me parece que ha cambiado mucho es la incorporación de las mujeres prácticamente al mismo nivel que los hombres, aunque sus perfiles y tipo de consumos sean diferentes. Me resulta muy doloroso que estén excluidas del sistema de atención a sus adicciones. Son muy pocas las que se atreven a ponerle nombre a su adicción y a pedir ayuda. La mayoría se están consumiendo en su propia casa.
Por último, es muy preocupante que cada vez los consumos se inicien a más temprana edad. A veces pienso que esta sociedad no tiene otra cosa que ofrecerle a nuestros adolescentes y jóvenes que porros para quitárselos de en medio. Y para colmo ellos/as lo hacen como si estuvieran disfrutando de su libertad. Pero al final cuando se dan cuenta están en un laberinto. Esta juventud se merece una vida mejor. Yo me creo eso de que venimos al mundo a ser felices, y lo que no conduzca a la felicidad y la realización humana es un fracaso colectivo.
¿Cuál crees que es el reto de las adicciones en la actualidad?
Lo primero de todo que nos tomemos en serio la forma en que tratamos a nuestros/as niños/as. Debemos entrenarles para que aprendan a convivir y ser felices. Que crezcan entre valores, que se les respete su derecho a crecer con dignidad. Esa es la auténtica prevención. Y, desde luego, para quienes entren en situaciones de deterioro y de adicción, actual lo más rápido posible. Y por último, trabajar por las personas, luchar para que haya esa infraestructura que necesitan para superar el bache y salir. La salud es un derecho universalizado en nuestro país, y eso significa que no puede haber nadie con problemas que no pueda recibir su tratamiento.