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Visita a la Vivienda de Apoyo a la Reinserción “Los Limoneros”, de la Asociación JOMAD

Ubicada en un barrio residencial, en el noroeste de Málaga, la VAR es un dúplex con capacidad para 7 personas, hombres y mujeres, con una extraordinaria luminosidad y un equipamiento sencillo pero con dignidad y equipamiento adecuado para cumplir con las funciones que este tipo de recurso debe de cumplir.
Nos reciben dos de los Psicólogos de JOMAD y la Trabajadora Social. A la visita asisten por parte de NOESSO Carmen Hernández (Trabajadora Social) y Miguel Martín (Coordinador de Tratamientos). 
En la entrevista nos interesamos por la inserción de la VAR en el entorno, la relación con los vecinos, la convivencia de los usuarios en el recurso, el funcionamiento del Programa, etc. Terminamos convirtiendo el encuentro en un interesante intercambio de problemas comunes, similitudes y contrastes entre las particularidades del “Limonar” y de nuestra VAR y “Poniente”.
Coincidimos en que el perfil de los usuarios que recibimos está variando notablemente, con un alto componente de personas con patología dual, una media de edad avanzada, entre los 40 y 50 años. Este cambio de perfiles, lleva aparejada la necesidad de adaptar los recursos a las nuevas necesidades de estas personas, lo que exige una formación específica para hacer frente a los retos que este programa nos está presentando.
La experiencia de intercambio finalizó poniendo un punto y seguido en nuestra relación acordando una próxima vista de JOMAD a nuestras instalaciones para proseguir profundizando en la tarea de aprender de los otros.
En las imágenes, Carmen Hernández (Trabajadora Social), Miguel Martín (Coordinador de Tratamientos) y Juan Sánchez (Director) de Asociación NOESSO, con integrantes de la Asociación JOMAD en la VAR «Los Limoneros».

UNAD celebra su 30 aniversario en el marco de la asamblea

A la Asamblea General, que tuvo lugar en Madrid, acudieron representantes y asociaciones de la red UNAD procedentes de distintas comunidades autónomas, que tuvieron la oportunidad de compartir y conocer la realidad del intenso trabajo que está realizando la organización en el ámbito del Tercer Sector. Por parte de Asociación NOESSO participó Juan Sánchez.

La jornada se desarrolló en tres partes: en una primera se reconoció la labor de distintas personas que han contribuido a construir la historia de UNAD a lo largo de estos años. A continuación, tuvo lugar una mesa redonda en la que participaron el Delegado del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Francisco Babín junto a Rafael de Lorenzo, Secretario General de la Plataforma del Tercer Sector, Mar Amate, Directora de la Plataforma del Voluntariado de España y  Concepción Sáez, Secretaria Judicial y miembro de la Plataforma Otro Derecho Penal es Posible.

Por la tarde se expusieron las cuentas y los resultados del ejercicio 2014 y se abordaron las principales líneas de trabajo de la organización de cara a 2015. Tras esta parte,  se  procedió al acto más democrático que tiene lugar en una organización: la celebración de las elecciones.

El lugar de las ONG en una sociedad en crisis, artículo de opinión en el 30 aniversario de EMET-Arcoiris

El lugar de las ONG en una sociedad en crisis
Juan Sánchez Miranda (Presidente de la Fundación No Estás Solo)

“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.”
(Gabriel Celaya)

Ante todo, mi felicitación sincera a mis amigos y amigas de la Fundación Emet Arcoiris en su 30 aniversario, a ellos que tomaron partido hasta mancharse y superaron ese poderoso e invisible cerco que nos ata a nosotros mismos, para abrirse al sufrimiento ajeno. Y, con ellos, a todos los que han sabido hacerse compañeros de viaje de los que sufren, para combatir juntos el fatalismo y crear nuevas oportunidades de vida.

30 años de historia acumulada

Los años 80, momento en el que iniciara sus primeros pasos, la Asociación Arcoiris, hoy Fundación Emet–Arcoiris, fue una década especialmente rica y generosa en cuando al número de entidades sociales que comenzaron a andar en nuestro país. Evidentemente no se trata de mera casualidad o pura coincidencia, sino que se dan una serie de condiciones sociales, políticas, culturales, y de todo orden, que actúan como catalizadoras de todo un movimiento asociativo que sin duda alguna ha contribuido de manera muy especial al desarrollo de la democracia participativa y muy especialmente a la puesta en marcha del llamado estado del bienestar en nuestro país.
No sólo acabábamos de salir de una larga etapa de silencios forzados por los rigores y estrecheces de la dictadura, sino también de migraciones y exilios, de represión y de pobreza. Los ochenta, fueron como el pistoletazo de salida para una sociedad moderna, deseosa de quitarse de encima la mordaza, en la que se multiplicaron las iniciativas de participación política, sindical, vecinal, …. Particular protagonismo ha jugado en estos últimos tres decenios el movimiento asociativo, dando lugar a lo que hoy conocemos como tercer sector, que se ha convertido sin duda en un actor clave en el desarrollo social y económico de nuestro país. Baste recordar que ocupa a más de 400.000 profesionales y que en el pasado 2012 atendió a más de doce millones de personas.

Entre el Estado y el mercado

Es evidente que en las sociedades donde no existe lo que conocemos como Estado del Bienestar la respuesta a las necesidades humanas y a los problemas sociales que se generan cuando estas no son satisfechas no pueden tener otra solución que la que proporcionan los propios recursos de la comunidad, generalmente procedentes del seno de la propia familia, o aquellas que ofrecen los mercados. Unas y otras dependen, como no puede ser de otro modo, de las capacidades que cada individuo tiene para procurarse o pagar los servicios que precisa. Esta es la primera explicación de las profundas desigualdades existentes, fundamentalmente en los denominados países en vías de desarrollo.
Por otra parte, hay algunas necesidades que no resultan interesantes para los mercados, que como es sabido están movidos siempre por la legítima búsqueda de actividades que le generen beneficios. En estas circunstancias, cuando hay carencias que no se pueden satisfacer porque no tenemos capacidad propia para generar respuestas o comprarlas en el mercado, o simplemente no están disponibles porque no generan negocio, aparecen las situaciones de exclusión y de marginalidad, que se expresan de muy diversas formas.
En los países desarrollados, hemos visto crecer, de manera especial en las últimas décadas, las respuestas de los estados a las necesidades sociales dotándose de sistemas de protección universal en cuestiones básicas como la educación, la sanidad, los servicios sociales,…
Sin embargo, también las iniciativas estatales son con frecuencia incapaces para satisfacer todas las demandas de la población, unas veces porque los recursos son insuficientes, otras porque las problemáticas son variadas y cambiantes, y las respuestas de los sistemas públicos son mucho más lentas de lo que la realidad social requiere.
Es precisamente, en ese ámbito donde el mercado no interviene o sus ofertas resultan inaccesibles, y donde el estado tampoco ha logrado arbitrar respuestas oportunas, donde la sociedad civil encuentra especialmente su campo de actuación. El factor de proximidad, muchas veces  por tratarse de iniciativas que surgen de los propios afectados que se agrupan, o la sensibilidad de agrupaciones altruistas en otros casos, están en el origen de lo que genéricamente  se ha denominado Tercer Sector, y que ocupa un espacio cada vez más relevante, tanto por la dimensión de la actividad que realiza, por el número de personas que atiende, por la dimensión de profesionales y voluntarios que implican, como por la contribución y participación democrática que aportan.
La aportación de las organizaciones no lucrativas es tan plural que resulta muy complejo realizar una clasificación que pueda contenerlas a todas. Unas veces orientan su actuación a denunciar situaciones de exclusión, otras se especializan en la defensa de derechos, otras concentran su esfuerzo en arbitrar respuestas y gestionar servicios,… Todas tienen en común el hecho de trascender la búsqueda de la satisfacción de necesidades propias para procurar la realización de metas colectivas, la lucha por alcanzar el bien común más allá de los intereses particulares.
En la década de los ochenta, los sistemas de protección en nuestro país en muchos aspectos se encontraban dando sus primeros pasos, y el despliegue de la actuación del tejido social que va progresivamente dando respuestas que unas veces hacen para reclamar y urgir la actuación del Estado, otras anticipan el tipo de dispositivos que más tarde asumirá como propios el mismo sistema público, otras lo que propician es la sensibilización social o la agrupación de afectados, otras empiezan siendo una prestación privada de servicios que más tarde serán reconocidos, acreditados y concertados por la propia administración.
Así la iniciativa social no ha dejado de prestar un valioso servicio a la sociedad española ante el vacío y la ausencia del Estado, ya sea denunciando la falta de compromiso público ante los problemas sociales, otras dando respuestas novedosas y alternativas, otras contestando frente a situaciones de discriminación o de exclusión; en unas ocasiones cooperando con el sistema público, otras trabajando de manera claramente paralela, otras en franca confrontación. Fuera como fuera, y más allá de la deriva que cada una de las entidades sociales haya tomado con el paso de los años, el tercer sector ha generado una red de respuestas que no sólo se han anticipado, sino que en gran medida han inventado el estado del bienestar, al tiempo que han propiciado un amplio espectro de participación y de implicación democrática de los ciudadanos en la solución de los problemas sociales a los que ha tenido que hacer frente la sociedad española en los últimos años.

El lugar de las ONG,s en tiempos de crisis

Durante todo este proceso de creación del estado de bienestar la posición de los diferentes actores no ha dejado de variar en la forma de interactuar unos con otros. Particular mención merecen los cambios que venimos experimentando en estos últimos años, en gran parte provocados por el contexto de crisis económica que atravesamos, pero también por la orientación ideológica de los partidos gobernantes. En algunos sectores el Estado está aplicando una política de recortes y de privatizaciones que, en el fondo, son expresión de una actitud de retirada progresiva de lo público dejando a los ciudadanos a merced de lo que puedan comprar en el mercado y, por tanto, generando nuevas áreas de exclusión y de desigualdad social.
Es cierto que “el todo gratis y para todos” tiene sus límites, y que la crisis la actual ha servido para poner a prueba la resistencia del sistema publico, pero no lo es menos que si algo legitima la razón de ser del Estado no es otra que la de procurar la reducción de las desigualdades a través de la prestación universal de servicios públicos, ya sea mediante su actuación directa o con la participación de la iniciativa social o del mercado. De seguir profundizándose en esta dinámica de abandono de la responsabilidad pública por parte del Estado, particularmente en el sistema educativo, sanitario y de servicios sociales, cediendo terreno a los intereses puros del mercado, no haremos sino retroceder a pasos agigantados en las mejoras alcanzadas.
En este contexto, no cabe duda que el tercer sector vuelve a tener un papel relevante que cumplir, siempre que supere el riesgo de convertirse en mero gestor barato de servicios públicos,  y vuelva a recuperar esa pluralidad de funciones que ocupó de manera especial en sus inicios, cuando sus acciones eran tanto un anuncio de lo que debía de ser, como una denuncia de las situaciones de exclusión a las que el Estado debía dar respuesta, y a las que de manera subsidiaria, la ONG en cuestión estaba dando una respuesta transitoria.
Desde aquí es preciso reivindicar el papel de las ONG,s no sólo por los servicios valiosos que prestan a nuestra sociedad, sino porque actúan como sensores de lo que ocurre en cada momento, en cada rincón del territorio, y disparan las alarmas, tocan arrebato, mientras que inventan, proponen, concitan solidaridades, actúan con lo que tienen. Todo esto aunque el Estado permanezca ausente, pero nunca para sustituirlo y menos para convertirse en una excusa de la inacción de aquel, sino para desvelar y denunciar las zonas de exclusión que deben ser atendidas.

FELIZ NAVIDAD